Por J.A. Pérez
En ningún otro lugar me sentido tan cómodo, como en mi pueblo. Disfruto hasta las cosas más insignificantes que suceden aquí y me hacen falta cuando estoy lejos de él. Los mejores amaneceres de mi vida, los he pasado en este “pedacito” de tierra. Por ésta y muchas razones, me siento comprometido con mi pueblo. Siento la necesidad de colaborar con su desarrollo, de la mejor manera posible.
Quiero ayudar a mi pueblo y siento que de algún modo u otro, aporto mi granito de arena para hacer que avance. Todo lo que hago por mi pueblo, lo hago con éste fin, no “chismeando” y mucho menos diciendo cosas sin dar la cara. Tampoco quito a crédito a las personas que han hecho su parte para mejorar nuestra comunidad.
Ahora bien, ya estoy “jarto” de personas que se sientan en el parque o en algún otro lugar de El Valle, a criticar esto y lo otro, de manera irresponsable y sin educación. Se nota claramente que sus palabras no tienen otra intención más que la de hacer daño y son producto de la ignorancia de algún amargado que no ha podido levantarse nunca del fracaso y que su envidia lo obliga a descargar toda su ira, atacando de alguna forma a aquel o aquellos, que han sido beneficiado por el éxito. Estos enanos sociales, son una de las desgracias más grande que puede tener un pueblo. Son los mismos, que dicen algo en algún momento y luego desmienten todo, porque no tienen suficiente valor para hablar de frente y se esconden detrás de una pared de cobardía.
Si de verdad te importa tu pueblo, defiéndelo. Pero defiéndelo dando la cara.
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