Dar una opinión negativa e irresponsable en un blog es muy fácil, siempre y cuando los autores de
dichos comentarios, se encuentren detrás de la pared del anonimato.
Existen personas, que se creen valientes al querer desmeritar
mi trabajo y mi integración personal, escondiendo su identidad. Si eres
cobarde, estás en el blog equivocado.
Días atrás, hice una denuncia con relación al maltrato que
recibían los niños de un colegio “disque cristiano” y recibe un comentario
fuera de lugar que no tenía que ver nada con el tema. Este texto, me acusaba de
“satánico” porque según el autor o autora, “ataco” demasiado a las religiones.
Primeramente, quien me conoce en realidad sabe que estoy lejos de ser satánico
puesto que mis creencias y costumbres no
me permiten serlo y segundo, el
satanismo es una religión, y no soy, ni seré nunca religioso, por razones que no voy a desarrollar aquí.
El autor de dicho comentario, también expresó que tengo un trauma. Eso es cierto,
igual que casi todo el mundo. Incluso,
no tengo solo uno, tengo varios. Las
muertes de todas las personas que han sido asesinadas por defender su libertad, por no callar ante
las injusticias, han creado en cierto modo, un trauma en mí. Ese trauma se
llama “síndrome revolucionario”.
Admito que no soy bueno, porque ningún humano lo es, pero si
soy menos malo que muchos, incluyendo, a cristianos, satánicos, católicos,
ateos, etc. ¿Por qué? Porque no utilizo ninguna simbología de bondad para hacer
maldad. Porque cuando me expresó, lo hago responsablemente, sin esconder mi
identidad. Porque mi sed de justicia no se sacia con vanidad. Porque no tengo
miedo.
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